Las alas del dragón 6. Papá

La Interrogadora volvió. Aunque Lucas se negaba a hablar con ella, Mamá siempre le obligaba a estar allí y escucharle.

¿Te acuerdas de tu papá?

Tu mamá dice que le gustaba mucho jugar contigo.

Te contaba muchas historias locas, ¿verdad?

¿Y recuerdas por qué murió tu papá?

Nunca se lo dijeron y quería saber qué ocurrió, pero no quería romper su silencio, así que hizo trampa y negó con la cabeza, como si eso no contase como hablar.

Tu papá tenía una enfermedad extraña, una en la cabeza. Veía cosas que no existían y no sabía que en realidad no existían. Y esas cosas le convencieron de que la gente era mala y solo querían hacerle el mal.

Tai no dice que la gente es mala y que me quieren hacer cosas malas. Tai no es un fantasma.

Sé que es duro, y sé que realmente crees que es real, pero no lo es.

Empezó a llorar. No podía ser verdad que Tai no existía… ¿Por qué querían engañarle así? ¿Por qué eran tan malas con él y con Tai?

Sí lo es… Puedo verla, oírla, olerla, tocarla, besarla… Es real.

Vale. Si lo es, dime. ¿Conoces a alguien de su familia? ¿A qué colegio va? ¿Le has visto hablar… o jugar, con alguien que no seas tú? ¿Le ha cambiado la cara desde que os conocéis? ¿Le has visto alguna vez con un vestido diferente al que siempre describes? ¿Por qué no habla? ¿Le has visto alguna vez llegar o irse de donde tú estabas? ¿Tienes alguna foto de o con ella? ¿Ha crecido? ¿Le ha cambiado el peinado?

Salió corriendo de la habitación y de la casa. La Interrogadora no podía tener razón. Corrió hasta el parque y se sentó debajo del tobogán. No quería ver a nadie, y no quería que nadie le viera.

···

Llevaba horas sentado bajo el tobogán, llorando con la cabeza entre las rodillas. Ya había oscurecido un poco, aunque todavía no era de noche.

Alguien le toco el hombro. Era Tai. Otra vez había aparecido sin que viese realmente de dónde venía (como dijo la Interrogadora). Otra vez con el mismo vestido, otra vez con su mismo peinado, otra vez con esa sonrisa que le había enamorado.

Tiró de su brazo, quería jugar como cuando se conocieron, pero él no estaba de humor. Endureció su gesto.

¿Por qué no hablas? ¿Por qué llevas siempre el mismo peinado y el mismo vestido? ¿Por qué no conozco a tus papás? ¿A que colegio vas?

El gesto duro de Tai pasó a uno lúgubre, y empezó a llorar. Lucas no era capaz de dejarla llorar… Le cogió la mano.

Perdona. Ven, siéntate porfa.

Se sentó sin dejar de llorar.

Había una cosa, una sola cosa en la que la Interrogadora había fallado. Tai si cambió. Una vez la vio desnuda, y no era un cuerpo de niña. Pero ahora la veía y sí que era una niña. La figura que marcaba ese vestido no parecía ser la que vio en la tienda de campaña. No había reparado antes, pero vio que tenía pechos grandes, unos iguales a los que había visto por Internet, pero no había bultos; Tai, con vestido, tenía el pecho plano.

Tai… Tengo que pedirte una cosa…

Tai abrió mucho los ojos, como asustada. No afirmó, como solía hacer para darle paso.

Necesito que… me vuelvas a enseñar tus pechos.

Tai se enfadó muchísimo y salió de debajo del tobogán.

¡Espera! No es lo que tú crees. Es… la Interrogadora.

Se quedó de pie, esperando para oír qué decía la Interrogadora de ella, pero no se giró a oírle. Lucas empezó a hablarle a su espalda, llorando.

Dice que no eres real. Que estoy enfermo, enfermo de la cabeza. Y dice que eres mala para mí. Y me ha hecho un millón de preguntas… Y no sé si dice la verdad… Y no sé si eres real o un fantasma… Yo… Solo…

Tai se alzó el vestido y se giró, sin mirar siquiera si había alguien en el parque. Tenía los pechos grandes, exáctamente iguales que la imagen que Lucas tenía de aquella noche en la tienda de campaña. Pero al bajarse el vestido de nuevo ya no estaban. No podía ser. No podían tener razón. No tenía sentido.

Tai, desesperada al ver la cara de Lucas, se lanzó a sus brazos y le besó. Parecía un beso real. Parecía una chica real. Nada tenía sentido. También desesperado trató de palpar el pecho mágico que desaparecía de Tai. Pero no había nada. Le alzó el vestido y allí estaban, se lo bajó y desaparecieron. La Interrogadora decía la verdad, Tai no existía.

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